Los cristianos reconocemos, confesamos, queremos y seguimos a Jesús de Nazaret como el Cristo de Dios, el Hijo único igual al Padre, la Palabra por la que Dios se ha dicho y comunicado definitivamente a los hombres, el Hijo de Dios hecho hombre.
No estamos nunca solos, pues siempre EL ESTA CON NOSOTROS (Mt. 28,20).
Y un día, también nosotros RESUCITAREMOS CON EL (1 Cor. 15,20-23; 6,14).
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